NOTICIAS TEZIUTLÁN "LA PURA VERDAD"
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VIERNES 15 DICIEMBRE 2017
DOCTORA
ALIZA
PUBLICADO
EN ESTRÉS Y SALUD MENTAL, NIÑOS Y ADOLESCENTES
¿Tu
hijo adolescente está enojado con frecuencia? ¿”Explota” con facilidad por
cualquier cosa? ¿Las explosiones vienen acompañadas por gritos y portazos? Si
tus razonamientos y regaños solamente logran escalar y empeorar la ira y el
enojo, hay cosas que puedes hacer para reducir la tensión y tomar, como padre y
adulto, el control de la situación.
El
detonante del enojo de tu hijo puede ser algo tan sencillo como pedirle que
recoja y limpie su habitación, exigirle que termine sus tareas antes de salir
con los amigos, o preguntarle el porqué de las malas calificaciones en el
último informe del colegio. En lugar de una respuesta adecuada, recibes un ataque
y una respuesta airada y hasta irrespetuosa.
Muchos padres reaccionan a un hijo adolescente enojado dejándose
arrastrar en el intercambio verbal de justificaciones y reclamos, echándole más
leña al fuego, o se quedan paralizados sin saber qué hacer. Para que puedas
tomar el control, aquí te sugerimos ocho consejos para sobrellevar la
situación.
1. Evita enfrentar y gritarle a tu hijo cuando
está enojado. Lo más fácil del mundo es responder con ira ante la ira. Después
de todo: “¿Qué se ha creído este niño?”. Tienes que ser más fuerte
emocionalmente y actuar con inteligencia. Lo primero es mantener la calma para
evitar que la situación empeore. Si evitas echar más leña al fuego, tu hijo
tendrá la oportunidad de ventilar su enojo y discutir la situación calmadamente
más adelante.
2. No intentes razonar con tu hijo cuando está
enojado y las emociones están desbordadas. Los adultos usamos la lógica y la
razón para explicar las cosas. Pero si tu hijo está en plena rabieta, o muy
enojado, la lógica no te servirá de nada. Y la frustración de la falta de
entendimiento solamente empeorará las cosas y quizás se intercambien palabras
de las que luego se arrepentirán. Es preferible que lo dejes retirarse a su
habitación y esperes a otro momento más adecuado para explicar tus puntos.
3. No le pegues, bajo ninguna circunstancia.
Ante una falta enorme de respeto o consideración, algunos padres pierden todo
el control y llegan al plano físico y ésa es una enseñanza terrible. Evita hacer lo mismo, no importa lo que hayas
escuchado de otros padres o de la forma en que te criaron a ti. El golpe físico
solamente le enseña al hijo que los problemas se resuelven con violencia.
4. Si es necesario, retírate hasta que recuperes
el control. La ira es una emoción poderosa y se contagia rápidamente. Si la
discusión y los reclamos de tu hijo llegan en un mal momento y te sientes a
punto de perder el control, decídete por una retirada a tiempo: sal a caminar,
enciérrate en tu habitación, respira profundamente, cualquier cosa que te
devuelva la ecuanimidad, al menos como para que no hagas algo estando enojado,
de lo que luego puedas arrepentirte. Si van discutiendo en el automóvil,
estaciona (aparca) el auto lo antes que puedas. No conduzcas mientras estás en
una discusión acalorada para evitar un posible accidente.
5. Evita amenazar con castigos exagerados. El
apasionamiento puede llevarte a prometer escarmientos que luego no podrás
cumplir, y a la larga, eso te perjudica. Nunca prometas un castigo o
consecuencia que no sea realista o sea desproporcionada a la falta. En vez de
eso, conversa con tu hijo y explícale cuáles comportamientos son inaceptables y
qué consecuencias habrá si te desobedece. En lugar de castigo, habla de retirar
o reducir sus privilegios — televisión, videojuegos, celular (móvil),
computadora — o actividades (cine, visitas, deportes). Se firme y mantén tu
palabra para que tu hijo te respete y aprenda bien la lección.
6. Refuerza la importancia de mantener el
respeto mutuo. En esto tienes que predicar con el ejemplo. No es un signo de debilidad decirle a un
hijo: “Estoy tan enojado ahora que no puedo hablar contigo”, o “Necesito dar
una vuelta. Hablamos cuando me calme y
te calmes tú también”. Al contrario, hace falta mucha fuerza interior para
dominar los impulsos, especialmente la ira. Evita usar palabras vulgares, o
insultos para que tu hijo aprenda a discutir, pero de manera limpia y
respetuosa.
7. Busca ayuda si tu hijo se muestra muy
agresivo. Si el enojo del adolescente puede ponerlo en peligro a él o a los
demás, no pierdas tiempo y busca ayuda profesional. Es necesario que un(a)
terapista o un psicólogo(a) entrenado(a), descubra por qué está actuando de esa
manera y le enseñe tácticas para manejar sus frustraciones.
8. Mantén las vías de comunicación abiertas.
Elige un momento oportuno y en privado para tratar de averiguar si hay algo que
está perturbando a tu hijo adolescente. Asegúrale que es normal sentir
sentimientos de enojo y enfado, pero que somos responsables de lo que hacemos
cuando estamos enfadados. Por ejemplo: tu hijo puede sentirse enojado por algo
que le pasó en la escuela, pero tirar la puerta, romper o tirar objetos, o
decir groserías no son formas aceptables de ventilar su enojo o su mal humor.
Es posible que tengas que repetir esto muchas veces, pero es importante.
Por
último, trata de ser paciente con tu hijo. La adolescencia es una época
emocionalmente difícil para cualquiera y tu hijo necesita tu apoyo y tu ejemplo
aun cuando esté enojado. Una de las mejores enseñanzas que puedes darle al
adolescente es a aprender a manejar las emociones fuertes, como la ira. Si le
enseñas respeto y autocontrol le estarás dando las mejores armas para una vida
emocional más saludable y armoniosa con los demás.
Última
revisión: 2017
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