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Cuando nos hacen esa pregunta en un restaurante, es difícil
saber si alguna de las dos es realmente más segura o si todo es un engaño de la
publicidad. En Vida y Salud te contamos algunos detalles que te permitirán
decidir más fácilmente entre el agua del grifo (de la llave) o la embotellada.
¿El agua de grifo es segura?
En Estados Unidos el agua del grifo (de la llave) que
proviene de acueductos públicos es una de las aguas más seguras.
¿Por qué? Todos los acueductos públicos del país están
controlados por la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en
inglés) para asegurar que cumplan con los estándares de calidad. La EPA exige
que cada año envíen informes de calidad del agua a los consumidores, en los
cuales se explica de dónde proviene, la calidad que tiene y la cantidad de
contaminantes que tiene. Así todos podemos estar seguros de ella.
Sin embargo, en algunos países de Latinoamérica
definitivamente se recomienda beber el agua embotellada o hervida ya que con
frecuencia la del grifo se encuentra contaminada.
Todo depende de la tubería
El acueducto público puede garantizar que el agua que llega
hasta tu casa es segura. Sin embargo, todavía puede contaminarse peligrosamente
cuando pasa a través de tuberías muy viejas en tu casa o en tu edificio. El
plomo es el principal enemigo en esos casos.
Esto también puede suceder cuando el agua que llega a tu
casa proviene de sistemas, tanques o pozos privados, pues la EPA no puede
controlar la calidad y la higiene de esos sistemas.
Estas dos situaciones no son muy comunes, pero si tienes
dudas, averigua de dónde proviene el agua que llega a tu casa, pide que le
hagan un análisis profesional, o hazlo tú mismo usando un equipo casero.
El agua embotellada no siempre es mejor
Aunque está controlada por la FDA (Administración de Drogas
y Alimentos), ésta sólo garantiza que el agua se embotella de acuerdo con los
estándares de calidad, pero no exige que las compañías le informen cada año
sobre la calidad del agua.
Además, hay diferentes tipos de agua embotellada. Algunas
provienen directamente de manantiales naturales, pero otras simplemente
provienen de tu mismo acueducto, sólo que la empresa embotelladora las
“purifica” o “destila”. Para tomar agua realmente natural, compra sólo las
botellas que digan “agua de manantial”.
Por último, el agua embotellada es una opción más cara y
menos ecológica. Por cada botella que compras, estás pagando no sólo el
líquido, sino la planta, el plástico y los largos recorridos que hacen para
llegar a tu supermercado. Además, casi siempre se convierte en una botella más
en los basureros, pues pocas personas las reciclan.
¿Cuestión de sabor?
Muchos se deciden por el agua embotellada simplemente
porque les sabe diferente a la del grifo. Esto se debe a que gran parte del
agua embotellada ha sido enriquecida con minerales como sodio o calcio. Y el
agua de grifo, en cambio, contiene más fluoruro y a muchas personas no les
agrada ese sabor.
¿Será sólo cuestión de sabor? Esta es una decisión personal
respetable. Pero ten en cuenta que mientras el sodio de las aguas embotelladas
no es bueno cuando tienes hipertensión, el flúor en el agua de grifo sí es
bueno para prevenir las caries.
¿Agua totalmente pura? ¡Difícil!
Del grifo o de la botella, el agua siempre tendrá cierto
nivel de contaminantes: bacterias provenientes de las heces fecales de animales
y humanos, algunos químicos liberados por las industrias, nitrato de los
fertilizantes usados en los cultivos, minerales como mercurio o plomo. Estos
contaminantes algunas veces entran de forma inevitable porque se encuentran en
la tierra o porque son deshechos creados por el hombre.
Pero estos contaminantes no son necesariamente peligrosos
para la salud, cuando se encuentran en cantidades pequeñas. LA EPA, por
ejemplo, se encarga de controlar que el agua de los acueductos tenga unos
niveles mínimos de contaminantes que no afecten la salud de la mayoría de las
personas que la toman o que la usan para cocinar.
¿Quiénes deben cuidarse?
Algunas personas sí pueden ver afectada su salud al tomar o
cocinar con agua que contiene alguna cantidad de contaminantes, como los
enfermos de VIH/SIDA, los pacientes que reciben quimioterapia o quienes se
hicieron un trasplante de órgano recientemente.
Algunas veces el agua con contaminantes puede afectar a las
mujeres embarazadas y a los niños pequeños. Si ese es tu caso, pregúntale a tu
obstetra o al pediatra de tus hijos.
Si quieres asegurarte de qué tan segura es el agua de tu
localidad, puedes pedir el informe a tu proveedor local.
Imagen © Thinkstock / somchaij